27.9.11

NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS

Cine negro en estado puro

españa, 2011.
director: enrique urbizu. producción: gonzalo salazar-simpson, ignacio salazar-simpson, álvaro augustín. guión: enrique urbizu, michel gaztambide. fotografía: unax mendía. música: mario de benito. montaje: pablo blanco. intérpretes: josé coronado, rodolfo sancho, helena miquel, juanjo artero, maría blanco-fafián, nadia casado, ricardo dávila. 


Presentada en el recientemente finalizado Festival de San Sebastián, la nueva colaboracón entre Enrique Urbizu y José Coronado (que ya habían estado juntos en La caja 507 y La vida mancha), es un thriller policíaco contundente, una película negra, negrísima, que despertó entusiasmos y que sonó como favorita a diversos premios, pero que finalmente no se llevó ninguno, posiblemente de forma inmerecida. 
Santos Trinidad es un inspector de policía que, a pesar de un pasado brillante, ahora es violento y alcohólico. Una noche de borrachera, ya de regreso a casa, se ve inmerso en un tiroteo y mata a tres personas, aunque un cuarto escapa. Mientras intenta localizar al testigo, la jueza Chacón investiga el caso de los crímenes, que según los indicios están mezclados con asuntos de drogas. Aunque poco a poco, Santos y Chacón, cada uno por su lado. Descubrirán que no es tan simple, y que detrás de todo hay asuntos aún más serios. 
Urbizu es un director que sabe narrar con imágenes poderosas; lo demuestra con cada proyecto en el que se embarca, y en esta ocasión la cosa no es diferente. Aunque la ayuda de su coguionista habitual y de unos personajes en estado de gracia (en especial el descubrimiento de Helena Miquel y un espectacular José Coronado, presente en todo momento en la pantalla, que impresiona con su sola presencia, y que es el alma que mueve este filme) aportan gran parte dela calidad. 
No habrá paz para los malvados es cine negro en estado puro. Tiene un arranque demoledor, potentísimo, brillante, su primer cuarto de hora es de lo mejor que ha dado el cine español en los últimos años. Después decae, en parte por la imposibilidad de mantener tal nivel durante todo el metraje, aunque sigue manteniendo un nivel bastante alto. Urbizu consigue que su obra destile realidad, verosimilitud, al despojarla de adornos innecesarios. Los diálogos son los justos, no hay palabras de más, lo cual hace aún mayor el logro de contar una trama difícil y dura como ésta, manteniendo a su vez la tensión, el suspense. 
Gran película, espectacular y aterrador Coronado, de lo mejor que ha dado el cine español este año. Una cinta que, apunten, se llevará un buen puñado de Goyas el próximo mes de febrero.

19.9.11

LA CARA OCULTA

La voyeur y los celos

españa-colombia, 2011.
director: andrés baiz. producción: christian conti, andrés calderona, rodrigo guerrero. guión: andrés baiz, hatem khraiche ruiz-zorrilla. fotografía: josep m civit. música: federico jusid. montaje: roberto otero. intérpretes: quim gutiérrez, martina garcía, clara lago, alexandra stewart.

El director colombiano Andrés Baiz demuestra que sabe moverse como pez en el agua en el género del thriller con este su primer largometraje, que también está coescrito por él. La historia es correcta, y consigue lo que pretende, crear desasosiego, angustia, tensión. Casi siempre. Pero deja lagunas sin rellenar, agujeros por los que el argumento se despeña y cae en picado. 
La cara oculta nos cuenta la historia de Adrián, un joven director de orquesta español que, tras ser contratado para dirigir la filarmónica de Colombia, se desplaza a Bogotá con Belén, su novia. Lo que se presentaba, en un principio, como una vida fácil y rodeados de lujos se empaña pronto por los presuntos devaneos de Adrián y los celos y sospechas de Belén. Cuando ella ya no puede soportarlo más desaparece y sólo le deja un vídeo de despedida. Mientras la policía investiga la desaparición de la chica (nadie sabe nada de ella desde que se fue, y no hay indicios de que haya salido del país), él encuentra consuelo en Fabiana, una bella camarera que se traslada a la mansión del músico. Pronto Fabiana empieza a sentir que una presencia la persigue en la casa. 
La película, que se vehicula en torno al daño que pueden provocar la obsesión y los celos adolece de numerosas lagunas en un guión que entretiene, pero que no termina de convencer. Gran parte de la culpa la tiene una primera parte en la que toda la tensión que se pretende crear se pierde por elementos externos al argumento en sí: las interpretaciones del español Quim Gutiérrez y la colombiana Martina García no son para nada creíbles, resultan forzadas; y por otro lado, el tiempo atmosférico que rodea cada noche a la mansión (clave en la historia), es de chiste, con unos truenos que provocan la carcajada más de una vez. No es hasta que no aparece Clara Lago cuando la trama comienza a ganar interés. Ella es la única que te cree, la única que te transmite todo lo que su personaje sufre, siente, padece en su desdichada existencia. 
El montaje de la cinta tiene el acierto de narrar las historias desde tres perspectivas: primero desde el dolor por la pérdida de Adrián, después desde los ojos de Fabiana y, finalmente, la de Belén. Ello conlleva viajes atrás en el tiempo, que añaden datos a la información que hasta entonces teníamos y que ayudan a comprender mejor toda la historia. 
Pero claro, todo se viene abajo si esto no se tiene en consideración a la hora de la promoción. Lo mejor para una película como La cara oculta hubiera sido no contar demasiado del argumento, no saber prácticamente nada antes de verla. Pero si en el mismo trailer que publicita el filme se destripan partes indispensables del mismo, escenas que en la cinta suceden bastante avanzado el metraje y que no deberíamos conocer con antelación, de poco sirve todo el cuidado al contar lo preciso en el momento oportuno. 
La cara oculta es una cinta que se pretendía interesante, pero que sólo entretiene. Una historia con lagunas, que empieza bastante mal, que va mejorando poco a poco, pero que no termina por convencer. Correctamente dirigida, no tan bien contada, con elementos que se podrían pulir sin problemas y con unas interpretaciones (si exceptuamos a Clara Lago, que es la única que destaca) que dejan bastante que desear. Baiz apunta maneras, pero aún tiene cosas que aprender.

15.9.11

LA DEUDA

La mentira por bandera 

estados unidos, 2010.
título original: the debt. director: john madden. producción: eitan evan, eduardo rossoff, kris thykier, matthew vaughn. guión: matthew vaughn, jane goldman, peter straughan, basado en la película ha-hov. fotografía: ben davis. música: thomas newman. montaje: alexander berner. intérpretes: helen mirren, tom wilkinson, ciarán hinds, jessica chastain, marton csokas, sam worthington, romi aboulafia, jesper christensen, brigitte kren. 


Dicen que antes se pilla a un mentiroso que a un cojo. Aunque también hay mentiras que, de tanto repetirse, llegan a convertirse en verdades. Ese es el tema principal de esta película, remake de otra de origen israelí e inédita en nuestro país (no será necesario hablar, otra vez, de la falta de ideas originales y la necesidad, pues, de reciclar viejas historias). Y ningún género mejor que una cinta de espías (casi al modo clásico) para hablar de ello, de las falsedades, de las medias verdades, de lo que se oculta, y de lo que ello puede acarrear a los que callan, a los que guardan secretos.
 
La cinta cuenta una historia a dos tiempos, de un lado nos sitúa en el Berlín de la segunda mitad de los años sesenta. Allí, Rachel, Stephan y David son agentes del Mossad israelí, cuya misión es capturar a un conocido criminal nazi y llevarlo a su país para que sea juzgado. De otro, en los años noventa, Sara, hija de Rachel y Stephan, es una periodista que ha escrito un libro sobre la historia, con la ayuda de sus progenitores, que siguen siendo considerados unos héroes por lo ocurrido treinta años atrás. 
La deuda se apoya fundamentalmente en dos pilares: su historia y sus personajes. La trama, a pesar de algunas carencias, es ciertamente potente, logra plasmar la confrontación del pasado con el presente, a través de una estructura fragmentada, y mostrando los estragos que el paso del tiempo, y cómo lo que ocurrió entonces, ha dejado marcas profundas en los personajes que vivieron aquello. Por otro lado, los siete personajes principales, los tres agentes de las dos épocas, y sobre todo Jesper Christensen como el viejo y sádico oficial nazi, reciclado en doctor, levantan una película que, tras dos primeras partes de gran viveza y fuerza, se diluye en su tramo final, en una larga secuencia en la que nada resulta creíble y que, en algunos momentos, llega a resultar casi risible.
Y es una pena que una buena historia termine estropeándose de esta manera. Porque el mensaje, lo que da vida a esta cinta desde el principio, es claro a lo largo del metraje: la mentira hace daño, incluso al que la profiere, que termina cansado de mantener oculta la realidad, luchando contra el remordimiento que le causa no dar a conocer la verdad, manteniendo unas apariencias que no le corresponden. Pero, como decimos, se desinfla con una conclusión risible, absurda, que termina por reventar una película con alguna que otra carencia, y bastantes virtudes.

12.9.11

COWBOYS & ALIENS

Del infinito desierto y del espacio infinito

estados unidos, 2011.
título original: cowboys & aliens. director: jon favreau. producción: johnny dodge, brian grazer, ron howard, alex kurtzman, damon lindelof, roberto orci, scott mitchell rosenberg. guión: roberto orci, alex kurtzman, damon lindelof, mark fergus y hawk ostby, basado en el cómic de scott mitchell rosenberg. fotografía: matthew libatique. música: harry gregson-wagner. montaje: dan lebental, jim may. intérpretes: daniel craig, harrison ford, olivia wilde, sam rockwell, buck taylor, matthew taylor, paul dano, adam beach, ana de la reguera, noah ringer, abigail spencer. 


A estas alturas, posiblemente todo el mundo sepa ya que el origen del argumento de esta historia está en un chiste gráfico para un periódico de hace ya bastantes años. De ahí surgió un cómic (bastante mediocre, según cuentan los que lo han leído), y después esta cinta, que muchos llevábamos meses esperando. 
  
A priori podría parecer que estamos ante una cinta paródica, ya que la mezcla de géneros no puede ser más extraña. Pero Jon Favreau se lo toma en serio, y nos plantea una ferrea historia de aventuras, con buenas escenas de acción, y toques casi místicos en algunos momentos (la resurrección gracias al fuego), a la que quizás pueda achacársele una secuencia final demasiado larga. 
1873, Arizona. El protagonista de la historia se despierta en medio del desierto, sin saber dónde está, qué le ha ocurrido ni cuál es su nombre. La única pista de su desconocido pasado es una especie de grillete en su muñeca. Caminando sin rumbo llega a Absolution, una pequeña villa en la que nadie se mueve sin que lo ordene Dolarhyde, un autoritario cacique que domina hasta al sheriff del lugar. Él sigue sin recordar nada, ni siquiera a la bella misteriosa que se le acerca, aunque parece que la policía le busca y es capturado. Es entonces cuando unas extrañas naves aparecen en el cielo disparando y destrozándolo todo. 
Favreau, actor que se pasó a la dirección hace algunos años (y que está detrás de grandes éxitos como las dos Iron Man) no tiene un estilo propio visible, pero sabe crear una historia con fuerza, ayudado por un guión solvente, y unas buenas interpretaciones del duo protagonista, en especial de un Harrison Ford al que no se le recordaba tan bien. En cambio, Olivia Wilde (bella entre las bellas) no está a la altura en el nivel artístico. 
Cierto que hay algún parón en el ritmo, y que alguna escena se alarga innecesariamente, pero este western inverosímil ofrece más de lo que en un principio se podía esperar para ser lo que es: el último gran taquillazo del verano. Hay quien le achaca que no es divertida, pero es que no pretende serlo; la mezcla bizarra llevó a muchos a pensar que Favreau nos presentaría una película más centrada en el humor. ¿Que podía haber sido mejor? Por supuesto, pero también mucho peor. 
Es una muy buena idea la de mezclar géneros que nunca se habían mezclado y que son tan diferentes entre sí (Wilder ya hizo lo mismo al unir comedia y cine de gángsters en Con faldas y a lo loco). Es un camino a seguir, en una época en la que el cine convencional nos ofrece tan poco con lo que contentar a los cinéfilos.

PRINCIPIANTES

Novatos en el arte de vivir

estados unidos, 2011.
título original: beginners. escrita y dirigida por: mike mills. producción: miranda de percier, lars knudsen, leslie urdang, jay van hoy, dean vanech. fotografía: kasper tuxen. música: roger neil, dave palmer, brian reitzell. montaje: olivier bugge coutté. intérpretes: ewan mcgregor, christopher plummer, mélanie laurent, goran visnjic, kai lennox, mary page keller, keegan boos, china shavers, melissa tang.

La segunda película como director de Mike Mills no puede estar más alejada de aquella que le sirvió de debut. Si Thumbsucker (2005) era una comedieta a ratos absurda a ratos inmadura y casi siempre irritante, con esta Principiantes nos situamos en una cinta más sincera, una comedia agridulce sobre el amor y la felicidad, con elevadas dosis de autobiografía por parte de su creador. 
Oliver conoce a Anna en una fiesta pocos meses después de la muerte de su padre, Hal, quien tras la muerte de su mujer, con la que había estado casado cuarenta y cuatro años, salió del armario para disfrutar plenamente de la vida. La honradez de Hal hizo que padre e hijo se sintieran mucho más próximos que antes. Y ahora, Oliver se esfuerza por amar a Anna con el valor, la esperanza y el humor que su padre le legó. 
Aunque la muerte tenga una presencia permanente, Principiantes es una película vitalista, divertida y emotiva. Sin ser una cinta de humor, no hay nadie que no pueda evitar sonreír en muchos momentos; sin ser un drama, hay ocasiones que emocionan; y (casi) siempre hace sentirse bien. 
El trabajo del trío protagonista es fantástico: aunque no termina de estar claro el origen de la tristeza de Oliver (se intuye que pueda ser por la muerte de sus progenitores, pero en las imágenes del pasado, con ambos vivos, tampoco era precisamente un ser alegre), Ewan McGregor hace que resulte creíble y convincente en todo momento; a pesar de que no tenemos prácticamente ninguna información sobre Anna más que lo (poco) que ella cuenta, la sola presencia de Mélanie Laurent (inolvidable Shosanna de Malditos bastardos) ilumina la pantalla; pero es Christopher Plummer el que se lleva la palma dando toda una lección de impresionante talento. Aunque la verdad (todo hay que decirlo) es que la sorpresa de la película, en este apartado, la tenemos en el perro que persigue permanentemente al protagonista, y que ofrece los momentos más hilarantes de la cinta. 
La película comienza siendo muy floja, aunque va subiendo su nivel progresivamente y sin descanso. Mills se apoya en algunos juegos de montaje, mezclando varios momentos temporales, e incluso realidades alternativas de cómo sucedieron los hechos que nos cuenta, aunque visualmente no aporta ningún nuevo descubrimiento. 
 Principiantes es una película extraña y hermosa, una bella historia, que rinde tributo a unos personajes que, pese a todo, se levantan cada mañana con en firme convencimiento de renacer, de que va a ser un gran día.

BLACKTHORN

Un western de los de antes

españa-francia-bolivia, 2011.
director: mateo gil. producción: andrés santana, ibon comenzana, jerome vidal, paolo agazzi. guion: miguel barros. fotografía: j. a. ruiz anchía. música: lucio godoy. montaje: david gallart. intérpretes: sam shepard, eduardo noriega, stephen rea, magaly solier, nicolak coster-waldau, padraic delaney, dominique mcelligot.

El cine español hace tiempo que dejó de hacer cine típicamente patrio. Antes, aunque uno no conociera a ninguno de los intérpretes ni responsables técnicos de una película concreta, aunque no viera los créditos ni hubiese elemento alguno (geográfico o de otro tipo) que identificara la cinta como española, era fácilmente discernible que la obra en cuestión se había hecho en, y sobre todo por profesionales de, España. Ahora ya no; desde hace unos años, las historias son más universales, y, en ocasiones, algunas películas podrían pasar por estadounidenses. Ello de por sí no es bueno. Quiero decir, que una película sea norteamericana no implica que tenga calidad artística, pero aquí hablamos de la técnica, del modo de hacer cine, y de la posibilidad de que una determinada obra pueda venderse, verse, en un mayor número de países. Y esto sí que es bueno para nuestra cinematografía. 
Tras haber escapado de los Estados Unidos, el legendario Butch Cassidy murió tiroteado junto a su amigo Sundance Kid en Bolivia, en 1908. Al menos, esa era la versión oficial. La verdad es que ha pasado los últimos veinte años viviendo oculto, y ahora quiere volver a casa. En su camino de vuelta se encontrará con un joven ingeniero español que huye perseguido después de robar una mina propiedad del hombre más rico del país. 
Mateo Gil, que no se había puesto tras las cámaras para dirigir un largometraje desde que en 1999 debutara con Nadie conoce a nadie, nos trae una muestra de que es posible hacer buen cine en España, basándonos en géneros que no nos son propios. Recientemente también disfrutamos del Enterrado de Rodrigo Cortés, que podría calificarse del mismo modo. 
Blackthorn tiene la estética y los personajes del western más clásico, el universo típico de sus historias, aunque ni el apartado temporal (se desarrolla a finales de la década de los años 20 del siglo pasado), ni los decorados (la acción tiene lugar en Bolivia) coincidan con lo que nos acostumbramos a ver en el género cuando estaba en boga. Pero todo nos parece verdadero. Quiero decir, la estética, el espíritu del (buen) western clásico, de 'las películas del oeste', está ahí. 
La película, rodada sin grandes alharacas, sin parecer demasiado espectacular, hace que mantengas la atención en todo momento, que no quieras perderte ni un sólo segundo. El guion de Miguel Barros no tiene una fisura, y las interpretaciones de Sam Shepard (brillante), y un Eduardo Nriega que mantene el tipo (que ya es bastante), ayudan a ello. Aunque el peso debería llevárselo Mateo Gil, que sabe manejar con extraordinaria brillantez todos los elementos de la película, darle el alma que necesita. Estamos ante una gratísima sorpresa que no deberían perderse.

11.9.11

SÓLO UNA NOCHE

Enfrentarse a la tentación

estados unidos-francia, 2010.
título original: Last night. escrita y dirigida por: massy tadjedin. producción: christophe riandee, massy tadjedin, nick weschler. fotografía: peter deming. música: clint mansell. montaje: susan e. morse. intérpretes: keira knightley, sam worthington, eva mendes, guillaume canet, anson mount, stephanie romanov, griffin dunne, justine cotsonas 

La directora estadounidense de origen iraní Massy Tadjedin debuta con esta cinta, un drama romántico sobre las relaciones, los celos, el adulterio y la (des)confianza. No es la primera vez que se hace una película con esta temática, ni mucho menos. Pero lo que sí hay son algunas diferencias, algo que no es común en este tipo de cintas.
 
Joanna y Michael forman un matrimonio aparentemente feliz, estable, pero también rutinario. Tras una cena de trabajo, ella cree presenciar algo entre su marido y una compañera de trabajo, con la que al día siguiente tiene que realizar un viaje para presentar un proyecto. La semilla de la duda crece en ella cuando, ya con su marido fuera, se encuentra con Alex, un amor del pasado, y empezará a replanteárselo todo.
La historia, que transcurre en poco más de una noche, está narrada en paralelo, mezclando las historias de las dos partes del matrimonio con un buen trabajo de montaje que tiene detalles bastante buenos. Todo se centra en los cuatro personajes principales, incluso los pocos secundarios parecen estar únicamente como apoyo, explicativo o aclaratorio de las actuaciones o decisiones que toman, de ellos. Aunque lo cierto es que no todo está al mismo nivel: si por un lado, la historia de Keira Knightley está bastante bien, engancha y convence, por otro, la de su 'marido' Sam Worthington con Eva Mendes, es mucho más típica y convencional.
Tadjedin rueda con elegancia y con madurez una historia sobre las tentaciones, la dificultad de escapar de ellas, y confronta las diferencias entre el adulterio de pensamiento y el real. Logra que los personajes jueguen con los silencios que dicen más de lo que ocultan, con las miradas que lo cuentan todo, con sonrisas y lágrimas. Pero su mayor logro es que no juzga. No hay buenos ni malos, sólo tentaciones, flirteos, a los que los personajes (con los que el espectador puede identificarse con mucha facilidad) se enfrentan, teniendo distintos resultados, diferentes reacciones. Y que en ocasiones, pensar en la infidelidad puede ser más peligroso que llevarla a cabo. Sería algo así como una tensión sexual no resuelta, que queda enquistada, y permanece presente hasta que se resuelve de uno u otro modo.
 Y sobre todo, que Tadjedin consigue crear debate, que después de la proyección los espectadores hablen, discutan, comenten, qué harían, qué piensan, qué les ha pasado...

UN CUENTO CHINO

La extraña pareja

argentina-españa, 2011.
escrita y dirigida por: sebastián borensztein. producción: gerardo herrero, juan pablo buscarini, pablo bossi, isabel garcia peralta. fotografía: rodrigo pulpeiro. música: lucio godoy. montaje: fernando pardo. intérpretes: ricardo darín, huang sheng huang, muriel santa ana, enric rodríguez, ivan romanelli.

Hay actores que ya de por sí garantizan que te lo vas a pasar bien con una película. Puede ocurrir que la cinta es cuestión sea mala de narices, pero simplemente por verle trabajar, por verle en acción, merece la pena ir al cine y ver la película. Y no son demasiados los que lo consiguen. El argentino Ricardo Darín entra en este reducido grupo. Todo ello a pesar de que el papel que interpreta aquí está lejos del tipo al que nos tiene acostumbrados. 
Roberto es un huraño, solitario, metódico y extremadamente obsesivo ferretero de Buenos Aires. Un día ve como, desde un taxi, arrojan a Jun, un chino al que el taxista y sus secuaces han desvalijado. Jun no tiene un solo peso, y no habla mas que chino, con lo que la comunicación entre ambos se torna imposible. Así, tras intentar llevarlo a una comisaría y a la embajada de su país sin éxito, se ve obligado a llevárselo a su casa y tratar desde allí de solucionar el asunto, porque el dejarlo en la calle tirado no entra en su carácter. Pero todo lo que Roberto intenta no resulta y tiene que convivir con alguien a quien no conoce, con una cultura distinta y con quien no se puede comunicar durante más tiempo del esperado. 
Un cuento chino es una película amable, a ratos divertida, a ratos surrealista (las imágenes de esas noticias de muertes absurdas que el protagonista recopila de los periódicos y que resulta ser el punto de unión entre dos seres en principio tan alejados), con algunos leves retazos de tristeza, que resulta creíble, aunque al final se deja llevar y termina con un desenlace demasiado previsible, que se amolda a las convenciones más tópicas, quizás para contentar a la mayoría de público. 
Pese a todo, la cinta está dirigida con solvencia, no hay estridencias, y es fácilmente disfrutable. Una película divertida, que hace gozar de un buen rato de cine, y que nos viene a decir que, en realidad, el mundo es un pañuelo, que no son tantas las diferencias que separan como los sentimientos que nos unen. Se agradece que no se decante (a pesar de todo, y aunque el tema se prestaba con facilidad a ello) por una sensiblería que lo estropearía todo. 
Y sobre todo, destaca el enorme trabajo de Ricardo Darín, capaz de expresar con una simple mirada mucho más de lo que cualquier otro intérprete expresará jamás en todas las películas de su carrera.

9.9.11

HANNA

Saoirse reparte caña

estados unidos, 2011.
título original: hanna. director: joe wright. producción: marty adelstein, leslie holleran, scott nemes. guion: seth lochhead, david farr. fotografía: alwin h kuchler. música: the chemical brothers. montaje: paul tothill. intérpretes: saoirse ronan, eric bana, cate blanchett, tom hollander, olivia williams, jason flemyng, jessica barden, john macmillan, vicky krieps, tim beckman, jamie beamish, aldo malan, michelle dockery, mohamed majd, sebastian hülk, gudrun ritter, martin wuttke.

La esperada nueva película de Joe Wright es una rareza dentro de las superproducciones revienta-taquillas. Normalmente este tipo de producciones suelen ser más sencillas, o tener un argumento que, dentro de una posible complejidad, es relativamente fácil de seguir y de comprender. Y aunque Hanna no es tan complicada en este aspecto, lo cierto es que es una cinta distinta, diferente. 
Mezcla del cine de espías más reciente (la saga Bourne es su referente más claro), con una especie de cuento de hadas, Hanna cuenta la historia de una adolescente de dieciséis años, a la que su padre (Erik, un ex-agente de la CIA) ha criado en solitario en las frías estepas del norte de Europa, alejados de toda la civilización, y preparándola desde niña para convertirla en la asesina perfecta. Hasta que un día Erik se da cuenta de que ya no puede retener más a su hija, y la joven se embarca en la misión para la que siempre ha estado destinada. Pero antes de que pueda reunirse con su padre en Berlín, como tenían previsto, es capturada por un grupo dirigido por la despiadada agente Marissa Wiegler, que en el pasado tuvo algo que ver con Erik. Hanna consigue escapar, pero se encuentra sola, en un mundo que desconoce y en el que debe aprender rápidamente a desenvolverse.
Hanna tiene un ritmo frenético, numerosas escenas de acción (algunas verdaderamente brillantes, como toda la secuencia de la huida de la protagonista), conducidas con las melodías que para ella han creado The Chemical Brothers, músicas que se amoldan como un guante a sus imágenes; y tiene un tour de force entre dos protagonistas fantásticas (Cate Blanchett y una sobrenatural Saoirse Ronan, que ya trabajó con el director en Expiación y que volverán a coincidir en una nueva versión de Anna Karenina que ya se está preparando).
En su contra, la película es muy fría, y en ningún momento logras meterte del todo en ella, ni identificarte con ningún personaje. Tiene momentos aburridos y otros directamente inverosímiles (¿cómo creer que una chica que jamás ha visto la electricidad y que se sorprende y asusta con una simple lámpara y un televisor, poco después hace un barrido en Internet para encontrar a quien busca?), sin contar con que utiliza algunos simbolismos demasiado obvios (y no entremos en esa escena que transcurre en España, donde se explotan los tópicos más manidos de nuestro folclore).
Cierto que lo que Wright busca aquí es una película lúdica (aparentemente, al menos así todo tendría algún sentido), pero algunos personajes son risibles (ese 'malo' que persigue a la chica, esa niña insoportablemente charlatana que decide hacerse su amiga...), y muchas situaciones ni son creíbles ni concuerdan con lo que hasta entonces se nos ha explicado. Podría haber tenido un resultado mucho mejor, pero no alcanza las pretensiones con las que parte.

X MEN: PRIMERA GENERACIÓN

Mutante, y a mucha honra

estados unidos, 2011
título original: x-men: first class. director: matthew vaughn. producción: gregory goodman, simon kinberg, lauren shuler donner, bryan singer. guion: ashley miller, zack stentz, jane goldman, matthew vaughn. fotografía: john mathieson. música: henry jackman. montaje: eddie hamilton, lee smith. intérpretes: james mcavoy, michael fassbender, kevin bacon, rose byrne, jennifer lawrence, january jones, oliver platt, álex gonzález, jason flemming, zoë kravitz, nicholas hoult, caleb landry jones, edi gathegi, lucas till, glenn morshower, matt craven, rade serbedzija, ray wise. 


De las tres películas basadas en cómics que se estrenan este año, ésta (la segunda en llegar a las pantallas), era quizás la que menos revuelo había levantado a priori, la que llegaba con menos expectativas y sin apenas montar alharacas. Esa es su gran baza, su gran ventaja. La cuarta entrega de la saga X-Men, tras el fiasco de la tercera, se puede convertir en un triunfo en las salas este verano, gracias a su guion sólido, a sus buenas interpretaciones y a sus muchas virtudes, a pesar de que también adolezca de algún que otro defecto. 
La acción se sitúa en los años sesenta, en los inicios de la era espacial, y también el punto álgido de la Guerra Fría, con la cada vez más creciente tensión entre las dos grandes potencias, y el conflicto de los misiles de Cuba en el horizonte. Es en esa circunstancia cuando el mundo descubrió la existencia de los mutantes. Charles Xavier es un joven que prepara una tesis sobre la evolución y mutación de los humanos cuando conoce a Erik Kehnsherr. Son dos jóvenes con secretos, con poderes que deben ocultar al resto de los humanos, ya que no los comprenderían. Los dos se ven involucrados en un proyecto oficial y secreto del gobierno, y deben luchar para detener la evolución de las hostilidades que llevarán a un conflicto nuclear que acabaría con todo. 
Gracias a esta cinta descubrimos los orígenes de los protagonistas de las aventuras que ya vimos en las anteriores entregas: cómo se conocieron Charles Xavier y Magneto; el origen de sus apodos, de su enemistad; por qué Xavier está en silla de ruedas, etc... El trabajo de guion es fantástico, y la trama no se centra exclusivamente en los mutantes, sino que la parte política, y la social toman el mando en más de una ocasión, con la fuerza y el acierto oportuno. 
Y no es el único punto favorable de la película. El trabajo actoral es fantástico, sobresaliendo por encima de todos la 'pareja' protagonista: McAvoy y (sobre todo) un gran Michael Fassbender, que es el gran descubrimiento de la cinta. Además, Rose Byrne, una cara que hemos visto en multitud de filmes pero cuyo nombre sigue siendo desconocido, en el lado 'humano', y Jennifer Lawrence, que este año ya ha estrenado Winter's bone y El castor, como una joven Mística. 
El trabajo del diseño de época es, asimismo, enorme y es otro gran acierto de la película. Incluso los efectos especiales, y (con matices) las escenas de batallas (el ataque a las oficinas de la CIA es brillante, la batalla final se alarga en exceso) están bien. Y no se toma a si misma demasiado en serio, teniendo en muchos momentos altas dosis de un sano sentido del humor. 
¿Qué es lo que falla, entonces? Pues que es una película lúdica, para pasar un rato agradable, divertido, y poco más. Rescata una saga que había caído bastante desde su buen comienzo, y lo eleva de nuevo, salva la honra de los mutantes (“y a mucha honra” como dice varias veces uno de los protagonistas), pero no es una cinta que vaya a hacer historia.

EL CASTOR

En las manos de un muñeco

estados unidos, 2011
título original: the beaver. directora: jodie foster. producción: steve golin, keith redmon, ann ruark. guion: kyle killen. fotografía: hagen bogdanski. música: marcelo zarvos. montaje: lynzee klingman. intérpretes: mel gibson, jodie foster, cherry jones, anton yelchin, jennifer lawrence, riley thomas stewart, zachary booth, kelly coffield park.

Llevábamos bastante tiempo sin tener noticias de Jodie Foster, que años atrás era una razón más que suficiente para ir al cine cada vez que se estrenaba una de sus películas, y ahora nos llega por partida doble con una sola película, en su faceta de intérprete y en la de directora, después de dieciséis años sin ponerse detrás de las cámaras.
El castor comienza como un drama que deriva pronto hacia terrenos extraños, casi surrealistas, con más aciertos que errores y magníficamente interpretada por un elenco de personajes que tienen (y muestran) varios aspectos de sus caracteres. Lo cual es ya algo de agradecer en un momento en el que los papeles lineales y sin evolución brillan por su permanente presencia en casi todo lo que nos llega.
La cinta nos cuenta la historia de Walter Black, un empresario juguetero que, acosado por sus propios fantasmas, vive en una profunda depresión de la que, haga lo que haga, es incapaz de salir. Su familia termina por abandonarle, y él piensa en el suicidio, hasta que una marioneta con forma de castor aparece en su vida, y Walter comienza una nueva relación con el mundo, actuando a través de la marioneta como si fuese otra persona. 
Jodie Foster demuestra la solvencia tras las cámaras a la que ya nos tenía acostumbrados en sus anteriores filmes (El pequeño Tate o A casa por vacaciones), pero el punto fuerte es el buen trabajo de Mel Gibson (que en lo personal no parece estar atravesando su mejor momento). Gibson y Foster, que vuelven a coincidir dieciséis años después de Maverick, están bien, pero la historia podría haber dado bastante más de sí.
Lo mejor sin duda de El Castor es su primera parte, cómo se muestra el proceso depresivo en el que está inmerso el protagonista, su incapacidad (también su falta de ganas) para salir de él, y cómo consigue hacerlo a través de un muñeco de trapo que hace las veces de su alter ego, que toma la palabra por él y que expresa lo que él no se atrevería a decir por sí mismo. También los nuevos acercamientos a su familia, y el retorno (glorioso) al trabajo. Pero a partir de la mitad del metraje, el drama se hace casi divertidos sin pretenderlo. Precisamente el proceso de acercamiento con momentos que deberían ser casi dramáticos, resultan algo risibles sin quererlo por la presencia del muñeco, y (además) la historia va virando paulatinamente hacia el tópico narrativo, hacia un final que roza el ridículo, pero que es el habitual en una película americana, para que el público salga contento de la sala.

UNA MUJER, UNA PISTOLA Y UNA TIENDA DE FIDEOS CHINOS

Versión bizarra de un clásico 

china, 2009.
título original: san qiangpai an jing qi. director: zhang yimou. producción: william kong, weiping zhang. guion: jianquan shi, jing shang, basado en la película sangre fácil de los hermanos coen. fotografía: xiaoding zhao. música: zhao lin. montaje: meng peicong. intérpretes: honglei sun, xiao shen-yang, ni yan, dahong ni, ye cheng, mao mao, benshan zhao, julien gaudfroy.

Dejando de lado el título, ya hemos dicho más de una vez que (en ocasiones) la 'traducción' española deja bastante que desear, lo último que nos llega de uno de los directores de culto de los últimos años, el chino Zhang Yimou, es una libérrima adaptación de otro clásico, el Sangre fácil de los hermanos Coen. ¿Era necesario? Posiblemente no. Pero el director chino se escuda en el homenaje a una cinta que admira para embarcarse en un proyecto que, por uno u otro motivo, resulta fallido.
 
La versión de Yimou es radicalmente opuesta a la original. El ejercicio de estilo de cine negro que crearon los Coen se transmuta en una desquiciada y delirante aberración que traslada la historia a la China feudal. El escenario se reduce, y los personajes también. Son lineales, apenas hay cambios, apenas evolución. 
Wang es el viejo dueño de un bar de tallarines de un remoto y desértico paraje de China. Es pesimista y avaricioso. Su joven mujer tiene una aventura con Li, uno de sus trabajadores. Cuando Wang lo descubre, contrata a Zhang, un agente de policía corrupto, para matar a la pareja. Pero Zhang tiene otros planes. 
A ratos, Una mujer, una pistola y una tienda de fideos chinos parece un homenaje, pero otras veces se asemeja más a una burla, a una caricatura. La cinta comienza como comedia (aunque parece que sin quererlo), aunque pronto pasa al suspense (aunque siga provocando risas en algunos momentos). Quizás por el doblaje (no todo lo bueno a lo que nos tienen acostumbrados nuestros profesionales), la historia parece una bufonada, y no llega a convencer en ningún momento.
 
Yimou hace un buen trabajo en el apartado visual, y cuando el silencio aparece y los diálogos no están presentes, la historia mejora (y mucho), pero en el global tanto histerismo, tanto histrionismo cansa, aburre y no divierte. La película se hace cansina, uno no termina de comprender las motivaciones de Zhang. Y aunque hay un par de secuencias que visualmente son grandes logros (la escena de la creación de los tallarines es el principal ejemplo), es demasiado bizarra (aunque pueda parecer contradictorio unir ambos términos). Puede entretener, y hasta puede gustar a algunos, pero en ningún modo convence. Por muy libre que sea la adaptación, y por muy de Zhang Yimou que sea.