LOS BORGIA
Venganza justiciera
españa, 2006.
director: antonio hernández. producción: teddy villaba y guido de angelis. guión: piero bodrato. fotografía: javier garcía salmones. música: ángel illarramendi. montaje: iván aledo. intérpretes: lluis homar, sergio peris-mencheta, maria valverde, roberto álvarez, sergio muñiz, eloy azorin, linda batista, roberto enriquez, antonio dechent, diego martín, kate saunders, giorgio marchesi, eusebio poncela, benedetta valanzano, antonio valero, antonio hernandez, paz vega, ángela molina, enrique villén.
Al cine español le ha dado en los últimos tiempos por hacer superproducciones, invirtiendo más de lo que era norma hasta la fecha, casi sin escatimar en presupuesto –en total han sido diez millones de euros–, para así (es una teoría que no todos compartimos, pero que está muy extendida) tener más facilidad para competir con las producciones americanas que, estas sí que sí, si algo les sobra es presupuesto. A la reciente Alatriste se suma ahora Los Borgia, otra cinta que nace con ansias de ser grande, de contar una gran historia, con el añadido de que lo que se cuenta está basado en los hechos reales protagonizados por esta afamada familia de origen valenciano que, a finales del siglo XV alcanzó gran poder en Italia.
Los Borgia narra el ascenso y declive de esta familia, sustentada por el cabeza de familia, Rodrigo, quien se trasladó de su Xátiva natal a Roma, junto con su tio, cuando era sólo un niño. Tiempo después, llegaba a convertirse en Papa. Sus ansias de poder, para el Vaticano y para su familia le llevó a crear alianzas con los reinos y principados cercanos casando a sus hijos con los nobles de estas tierras, para afianzar y acrecentar sus dominios, y sobre todo para vengarse de todos aquellos que les defenestraron por ser extranjeros en Roma. Esa era la excusa perfecta para vengarse de ellos, a veces de forma violenta, acrecentando el odio que ya sentían los romanos hacia los Borgia, haciendo que las alianzas entre ellos aparecieran, con lo que los Borgia, a medida que crecía su poder, crecía también el número de enemigos, con lo que el fin de su ‘reinado’ era sólo cuestión de tiempo.
La película está estructurada para su futura pase por televisión (se nota a primera vista en su ‘división’ en capítulos, separados por pausas estratégicas hechas para la inserción de la publicidad televisiva), no en vano este es un proyecto de una de las cadenas privadas de nuestro país. Y este aspecto lastra un poco el ritmo de la película, que no fluye linealmente hacia su final, sino que evoluciona a trozos, para decaer después.
Además no consigue despertar un verdadero interés, no consigue casi tensión (pese al gran trabajo del principal protagonista, Lluis Homar), y la historia parece centrarse más en la representación de la corrupción (más sexual que política o económica) de los dirigentes de la iglesia de la época (situación que muestra como algo normal en aquellos años) que en la pasión por la venganza (que existe, y es enorme) que Rodrigo Borgia tiene y para la que utiliza a sus hijos, algunos (como Lucrecia, que sin embargo ha pasado a la historia casi como la más malvada de la familia, cuando parece ser que era la más timorata de la familia, la que más cedía a las exigencias del cabeza de familia) siendo obligada a casarse en numerosas ocasiones, a gusto de las conveniencias de su padre.

Los Borgia narra el ascenso y declive de esta familia, sustentada por el cabeza de familia, Rodrigo, quien se trasladó de su Xátiva natal a Roma, junto con su tio, cuando era sólo un niño. Tiempo después, llegaba a convertirse en Papa. Sus ansias de poder, para el Vaticano y para su familia le llevó a crear alianzas con los reinos y principados cercanos casando a sus hijos con los nobles de estas tierras, para afianzar y acrecentar sus dominios, y sobre todo para vengarse de todos aquellos que les defenestraron por ser extranjeros en Roma. Esa era la excusa perfecta para vengarse de ellos, a veces de forma violenta, acrecentando el odio que ya sentían los romanos hacia los Borgia, haciendo que las alianzas entre ellos aparecieran, con lo que los Borgia, a medida que crecía su poder, crecía también el número de enemigos, con lo que el fin de su ‘reinado’ era sólo cuestión de tiempo.
La película está estructurada para su futura pase por televisión (se nota a primera vista en su ‘división’ en capítulos, separados por pausas estratégicas hechas para la inserción de la publicidad televisiva), no en vano este es un proyecto de una de las cadenas privadas de nuestro país. Y este aspecto lastra un poco el ritmo de la película, que no fluye linealmente hacia su final, sino que evoluciona a trozos, para decaer después.
Además no consigue despertar un verdadero interés, no consigue casi tensión (pese al gran trabajo del principal protagonista, Lluis Homar), y la historia parece centrarse más en la representación de la corrupción (más sexual que política o económica) de los dirigentes de la iglesia de la época (situación que muestra como algo normal en aquellos años) que en la pasión por la venganza (que existe, y es enorme) que Rodrigo Borgia tiene y para la que utiliza a sus hijos, algunos (como Lucrecia, que sin embargo ha pasado a la historia casi como la más malvada de la familia, cuando parece ser que era la más timorata de la familia, la que más cedía a las exigencias del cabeza de familia) siendo obligada a casarse en numerosas ocasiones, a gusto de las conveniencias de su padre.
Buen reparto, con una dirección por encima de lo aceptable, pero se esperaba algo más de una cinta que ha despertado más expectación durante su rodaje que después del estreno.
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