MOSCOW ZERO
Luna en la Luna
españa-gran bretaña-estados unidos, 2007.
título original: moscow zero. directora: luna. producción: dolo magán. guión: adela ibáñez. fotografía: ricardo aronovich. música: javier navarrete. montaje: elena ruiz. intérpretes: vincent gallo, oksana akinshina, val kilmer, sage stallone, joaquim de almeida, rade serbedzija, joss ackland, alex o’dogherty, julio perillán.
Oculta bajo el seudónimo Luna, la actriz y directora española María Lidón lleva desde principios de siglo poniéndose tras las cámaras en proyectos ambiciosos, con grandes presupuestos y actores internacionales: desde Denise Richards y Daryl Hannah en Yo puta, a Maria de Medeiros, Joaquim de Almeida y Vincent Gallo en su debut, Naúfragos (filme que obtuvo tres premios en el Fantafestival de Roma). Almeida y Gallo repiten en esta Moscow Zero, junto a la jovencísima actriz rusa Oksana Akinshina, que con quince años, hace apenas cinco, acumuló un cargamento de trofeos por su papel en Lilja 4-ever (que también vimos en el Festival de Sevilla, cuando todavía era de Cine y Deporte).
Pese a todo ello, pese a los altos presupuestos, a los intérpretes de renombre, Luna sigue siendo, tanto aquí, como fuera de nuestras fronteras, una auténtica desconocida. Sus películas pasan con más pena que gloria por las carteleras. Y a la vista de su última propuesta, esta Moscow Zero (rodada en gran parte en Carmona y Sevilla, en los túneles del que será el futuro metro de la ciudad) la situación no tiene visos de c
ambiar pronto.
Bajo la superficie de una gran ciudad como Moscú habita una sociedad marginal, a la espera de que llegue el momento oportuno para salir a la superficie. El profesor Sergei Spassky se introduce en el laberíntico submundo de alcantarillas y tuneles sin fin, para averiguar que se oculta tras la serie de asesinatos que se les atribuyen y atraido por las leyendas que circulan sobre estos seres, leyendas que hablan de demonios y de las puertas del infierno, que, según piensan algunos de los que allí abajo moran, acaban de ser abiertas. Spasski desaparece, y uno de sus compañeros, decide entrar a buscarle.
La historia tiene dos problemas principales: uno, se ve venir a kilómetros, es predecible casi desde que se plantean los misterios, ya que Luna (y el guión, también) ofrece demasiadas pistas y muy pronto, y no consigue en el espectador un mínimo de interés, no llega a conectar en ningún momento; y dos, la resolución, que ya se sabe de antemano, decepciona. Además, es poco creíble en muchos aspectos (la relación ‘amorosa’ es, cuanto menos, absurda, inverosímil)
Moscow Zero, que ya aburrió a los asistentes al Festival de Sitges, aburre ya a todo el mundo (salvo a los alemanes y los americanos, hasta hace poco los únicos -según su directora- que no han comprado la película). Película muy oscura (incluso cuando las escenas transcurren en la superficie), que parece que va a contar algo muy interesante, pero que al poco tiempo se ve que no va a ser así, porque no hay nada que contar.
Pese a todo ello, pese a los altos presupuestos, a los intérpretes de renombre, Luna sigue siendo, tanto aquí, como fuera de nuestras fronteras, una auténtica desconocida. Sus películas pasan con más pena que gloria por las carteleras. Y a la vista de su última propuesta, esta Moscow Zero (rodada en gran parte en Carmona y Sevilla, en los túneles del que será el futuro metro de la ciudad) la situación no tiene visos de c

Bajo la superficie de una gran ciudad como Moscú habita una sociedad marginal, a la espera de que llegue el momento oportuno para salir a la superficie. El profesor Sergei Spassky se introduce en el laberíntico submundo de alcantarillas y tuneles sin fin, para averiguar que se oculta tras la serie de asesinatos que se les atribuyen y atraido por las leyendas que circulan sobre estos seres, leyendas que hablan de demonios y de las puertas del infierno, que, según piensan algunos de los que allí abajo moran, acaban de ser abiertas. Spasski desaparece, y uno de sus compañeros, decide entrar a buscarle.
La historia tiene dos problemas principales: uno, se ve venir a kilómetros, es predecible casi desde que se plantean los misterios, ya que Luna (y el guión, también) ofrece demasiadas pistas y muy pronto, y no consigue en el espectador un mínimo de interés, no llega a conectar en ningún momento; y dos, la resolución, que ya se sabe de antemano, decepciona. Además, es poco creíble en muchos aspectos (la relación ‘amorosa’ es, cuanto menos, absurda, inverosímil)
Moscow Zero, que ya aburrió a los asistentes al Festival de Sitges, aburre ya a todo el mundo (salvo a los alemanes y los americanos, hasta hace poco los únicos -según su directora- que no han comprado la película). Película muy oscura (incluso cuando las escenas transcurren en la superficie), que parece que va a contar algo muy interesante, pero que al poco tiempo se ve que no va a ser así, porque no hay nada que contar.
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