4.9.07

CAÓTICA ANA

Medem en horas bajas

españa, 2007
escrita y dirigida por: julio medem. producción: koldo zuazua, simón de santiago, enrique lópez lavigne y julio medem. fotografía: mario montero. música: jocelyn pook. montaje: julio medem. intérpretes: manuela vellés, bebe, charlotte rampling, nicolas cazalé, asier newman, lluis homar, raúl peña, gerritt graham, matthias habich.

Tenía mucha impaciencia por ver la última cinta de Medem, su regreso a la ficción seis años después de Lucía y es sexo. Llevaba mucho esperándola. Sí, soy uno de sus fans. A pesar de que Lucía... fue un pequeño traspiés en su carrera, ya que estaba por debajo del resto de sus obra (me encantaron Los amantes del Círculo Polar y Tierra), contaba los días para ver esta Caótica Ana, que en un principio iba a interpretar María Valverde (otra de mis debilidades) y que finalmente abandonó el proyecto tras muchos meses en él. Al final, el resultado es, cuanto menos, flojo.
La clave para construir el filme es la hipnosis. Un hipnotizador le cuenta, ya avanzada la historia, a la Ana del título, que siempre que esté dispuesta a dejarse llevar, cada vez que él cuente de diez a cero ella entrará en trance. Del mismo modo, Medem organiza la función con una cuenta regresiva desde el diez, los inicios de la historia (Ana, una chica de 18 años ibicenca, algo hippie, liberal, alegre, que vive en una cueva con su padre -"un animal, una bestia parda"-, y que pinta cuadros (con ceras) para ganarse la vida, se traslada a Madrid gracias a una mecenas francesa que queda enamorada de su obra), hasta el cero (Ana, cuatro años después, pasea por Nueva York, sonriente, después de haber efectuado una peculiar venganza contra los señores de la guerra de Irak). Cuatro años en los que la protagonista descubre que ella es la 'reencarnación' de numerosas mujeres a lo largo de la historia, mujeres importantes por uno u otro motivo, y que todas ellas, murieron trágicamente cercanos los 22 años.
El modo de construir ficciones de Medem siempre ha sido onírico, surrealista si se quiere, y siempre las casualidades estaban presentes. En este caso, los mimbres que utiliza el director vasco para montar su obra son quizás demasiado débiles, las intenciones que mueven a los personajes están montadas en un discurso facilón y superficial.
Reconozco que fui incapaz de meterme en la película hasta poco antes del siete (en esa cuenta regresiva que articula el metraje), y que la historia me volvió a sacar justo antes del dos. Una vez que comienza el viaje de Ana, con alguna excepción, la historia gana mucho interés. Pero cuando la chica deja de ser lo importante, y los focos de interés de Medem pasan a ser numerosas injusticias de la historia (el conflicto del pueblo saharaui, olvidado por todas las potencias del planeta; las matanzas que sufrieron los indios americanos con la llegada del hombre blanco; las injusticias sobre la mujer; la guerra de Irak...), que no digo que no sean importantes ni que no deban ser tratadas, sólo que no de este modo, la película se hunde. Son muchos temas para hablar de ellos en tan poco tiempo (prácticamente en la parte final del filme), y lo que logra con ello es hacer un tratamiento superficial de los mismos, y con un planteamiento que se queda en una denuncia simplona.
La debutante Manuela Vellés tiene momentos y momentos. Aún es joven, aún tiene que aprender (no en vano, acababa de matricularse en la escuela de interpretación cuando Medem la eligió en el casting), pero demuestra que tiene algo, y que dentro de poco dará que hablar. Toda una veterana como Charlotte Rampling hace lo que puede con un papel que no tiene ni chicha ni limoná. Pero la que realmente destaca por encima del resto es Bebe, sencillamente magnífica, en el único papel con enjundia de una película de la que se esperaba mucho pero que deja con mal sabor, con el regusto amargo de que quizás a Medem se le estén agotando las buenas ideas.

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