6.10.12

PROFESOR LAZHAR

Aprendiendo a vivir 

canadá, 2011.
título original: monsieur lazhar. escrita y dirigida por: philippe falardeau. producción: luc déry, kim mccraw. fotografía: ronald plante. música: martin león. montaje: stéphane lafleur. intérpretes: fellag, sophie nélisse, émilien néron, marie-ève beauregard, vincent millard, seddik benslimane, louis-david leblanc, gabriel verdier, marianne soucy-lord, danielle proulx, brigitte poupart, jules philip, sophie sanscartier, nico lagarde. 



Uno podría pensar “cielos, otra película de profesor nuevo que llega a una clase en la que los alumnos no le tragan y que acaba ganándoselos”, o bien “otra más de niños que hacen de mayores”, o incluso “¿cuántas pelis de clases de pequeñajos sabelotodo y de profesores que son muy guays tendremos que soportar?” y pensárselo dos veces antes de entrar en cualquier sala que proyecte esta Profesor Lazhar (que estuvo nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa hace unos meses). Con ello cometería un enorme error, porque estamos ante una más que interesante historia, alejada de los clichés que abundan en este (digamos) género escolar, y que nos habla de mucho más de lo que parece en un primer momento. 
La película comienza con una secuencia brutal, a pesar de no mostrar apenas nada. Una joven profesora, idolatrada por sus alumnos, unos pequeños de siete-ocho años se suicida. Pero no lo hace en la soledad del garaje de su casa, sino colgándose de una viga en la clase donde trabaja, para que sus alumnos la encuentren a primera hora de la mañana. El shock es inmediato. En los pequeños, en sus compañeros, y en el espectador. Después llega un profesor de origen argelino, que se ofrece a dar las clases, y que es contratado. Sus métodos son anticuados, alejados de la moderna sociedad en la que él no termina de encajar. Pero persiste, no decae, a pesar de lo duro que es empezar a trabajar en la situación en la que se encuentran todos. Pero que nadie piense que el director se recrea en el sentimentalismo. Nada más lejos de la realidad. 
Profesor Lazhar habla de la inmigración, de la integración (cultural, social y laboral), de los choques y problemas que ello provoca, pero también hace una crítica a un sistema educativo que ha degenerado hasta extremos insoportables, hasta situaciones en las que un profesor no puede tocar a un alumno (ni darle una leve colleja cuando molesta en clase, ni un abrazo cuando lo necesita), “se nos obliga a tratar a los niños como si fuesen residuos radioactivos”, confiesa el profesor de gimnasia, “¿sabéis lo difícil que es enseñarles a saltar el potro sin tocarlos?”. También de cómo se trata a los pequeños sin escucharles, sin preguntarles cómo se sienten en una situación tan difícil, “los mayores creen que estamos traumatizados por lo que pasó, pero quienes están traumatizados son ellos”, confiesa una de las crías. 
Se agradece que el joven director huya de sentimentalismos fáciles, que el guion supure realidad y verismo en cada frase, que haya tantos buenos momentos, que los actores adultos estén tan bien y que los niños sean tan maravillosos (ojo a las interpretaciones de Sophie Nélisse, Émilien Néron y Marie-Ève Beauregard, que están soberbios), y que se haya obviado el happy ending (que hubiese sido lógico en una cinta made in Hollywood) y que aún así uno salga del cine con la sonrisa en la cara.

No hay comentarios: