SEVILLA FESTIVAL DE CINE – SECCIÓN OFICIAL________ JARDINES EN OTOÑO
El esperpento francés
francia-rusia-georgia, 2006.
título original: jardins en automne. director: otar iosseliani. producción: martine marignac. guión: o. iosseliani. fotografía: William lubtchansky. música: nicholas zourabichvili. intèrpretes: séverin blanchet, jacynthe jacquet, o. iosseliani, lily lavina, denis lambert, michel piccoli, pascal vincent.
El humor del absurdo, el surrealismo y las situaciones más descabelladas se dan cita en la película de Iosseliani, el director georgiano que se ha convertido en autor de culto por su peculiar estilo cinematográfico.
Jardines en otoño está narrada, como es habitual en el cine del director, a base de pinceladas, con pequeños trazos que cuentan algo, muestran pequeños detalles que, al sumarse todas al final de la proyección, se puede entender una historia que es difícil contar, porque tampoco es que pase mucho.
Vincent es ministro de agricultura. No es muy feo, le gusta el buen comer, el buen beber, y tiene una hermosa mujer. Pero tras varios problemas sociales, con manifestaciones que le culpan a él de la situación de los agricultores del país, es despedido y se queda en la calle, sin trabajo, casi sin dinero, sin casa, y sin mujer, que le abandona por otro más poderoso. Entonces vuelve a su barrio de siempre, con sus amigos, al viejo bar que frecuentaba, y (re)descubre viejos placeres que ya había olvidado, y conoce a gente a las que (por su antiguo trabajo) había descartado. Esto le llevará a aprender un nuevo sentido de la vida, que le conducirá a situaciones, cuanto menos, curiosas.
La cinta tiene claros referentes al cine de Tati o el Buñuel más surrealista (baste mencionar que el papel de madre del protagonista lo interpreta Michel Piccoli), es una crítica humorística de lo absurdo de muchos de nuestros comportamientos, y es un canto a la vida, a la amistad y a los vicios más cotidianos. O eso es lo que nos quieren vender, ya que Jardines en otoño es tan surrealista que en multitud de ocasiones uno piensa si no le estarán tomando el pelo, ya que prácticamente no se cuenta nada, no aporta nada, es una cinta de tal simpleza que pasa desapercibida, no tiene fuerza, y los momentos cómicos no son suficientes para levantar el vuelo de la historia.
francia-rusia-georgia, 2006.
título original: jardins en automne. director: otar iosseliani. producción: martine marignac. guión: o. iosseliani. fotografía: William lubtchansky. música: nicholas zourabichvili. intèrpretes: séverin blanchet, jacynthe jacquet, o. iosseliani, lily lavina, denis lambert, michel piccoli, pascal vincent.
El humor del absurdo, el surrealismo y las situaciones más descabelladas se dan cita en la película de Iosseliani, el director georgiano que se ha convertido en autor de culto por su peculiar estilo cinematográfico.
Jardines en otoño está narrada, como es habitual en el cine del director, a base de pinceladas, con pequeños trazos que cuentan algo, muestran pequeños detalles que, al sumarse todas al final de la proyección, se puede entender una historia que es difícil contar, porque tampoco es que pase mucho.
Vincent es ministro de agricultura. No es muy feo, le gusta el buen comer, el buen beber, y tiene una hermosa mujer. Pero tras varios problemas sociales, con manifestaciones que le culpan a él de la situación de los agricultores del país, es despedido y se queda en la calle, sin trabajo, casi sin dinero, sin casa, y sin mujer, que le abandona por otro más poderoso. Entonces vuelve a su barrio de siempre, con sus amigos, al viejo bar que frecuentaba, y (re)descubre viejos placeres que ya había olvidado, y conoce a gente a las que (por su antiguo trabajo) había descartado. Esto le llevará a aprender un nuevo sentido de la vida, que le conducirá a situaciones, cuanto menos, curiosas.
La cinta tiene claros referentes al cine de Tati o el Buñuel más surrealista (baste mencionar que el papel de madre del protagonista lo interpreta Michel Piccoli), es una crítica humorística de lo absurdo de muchos de nuestros comportamientos, y es un canto a la vida, a la amistad y a los vicios más cotidianos. O eso es lo que nos quieren vender, ya que Jardines en otoño es tan surrealista que en multitud de ocasiones uno piensa si no le estarán tomando el pelo, ya que prácticamente no se cuenta nada, no aporta nada, es una cinta de tal simpleza que pasa desapercibida, no tiene fuerza, y los momentos cómicos no son suficientes para levantar el vuelo de la historia.
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