14.12.09

SEVILLA FESTIVAL DE CINE EUROPEO (S.O.C) LOS HOMBRES DEL PUENTE

Un aburrido docudrama

alemania-turquía-holanda, 2009.
título original: köprüdekiler. directora: asli özge. producción: fabian massah. guión: asli özge. fotografía: emre erkmen. montaje: vessela martschewski, aylin zoi tinel, christof schertenleib. intérpretes: fikret portakal, murat tokgöz, umut ilker, cernile ilker.

A medio camino entre la realidad y la ficción, la directora turca Asli Özge ha dirigido este docudrama, protagonizado por tres hombres (un taxista, un policía y un vendedor ambulante, que se interpretan a sí mismos) cuyos trabajos y vidas giran en torno al puente del Bósforo, en Estambul, un puente que une los continentes europeo y asiático y que cada día cruzan millones de estambulitas, para mostrarnos las inquietudes y los problemas que vive la sociedad turca de hoy.
Así es como la película se vende, pero una vez que se conocen las explicaciones de la realizadora la cosa cambia. Lo cierto es que, preparando el documental que ella quería realizar en primera instancia, conoció a los personajes y decidió escribir un guión basado en sus vidas, aunque guión al fin y al cabo (o sea, ficticio) y ofrecerles a ellos que lo interpretaran. Aunque el policía no pudo hacerlo, ya que las autoridades del país no lo permiten (esto se nos dice al final, cuando ya ha concluido la –escasa– historia que se nos cuenta), y en su caso es un actor de verdad al que vemos.Los protagonistas son Fíkret, un adolescente que vende rosas entre el congestionado tráfico del puente, y que busca un trabajo mejor, legal, a pesar de que jamás ha ido a la escuela; Umut, un taxista que busca un apartamento mejor para satisfacer a su mujer, cuyos deseos están por encimas de sus ingresos; y Murat, un policía que dirige el tráfico en el puente, que se siente sólo y cada noche se conecta a Internet en busca de posibles citas.
Así comienza, y así termina. No pasa absolutamente nada. Los hombres del puente es una película reiterativa, aburrida, con planos alargados hasta el extremo, secuencias y diálogos que no van a ningún lado, que no conducen a nada. Una leve muestra de la sociedad de la ciudad, a medio camino entre occidente y oriente (quizás lo mejor del filme es una frase que refleja bien esta contradicción: el policía no bebe vino porque dice que es pecado, y su compañero le espeta “¿no bebes vino y flirteas por internet todas las noches?; todo es pecado”), pero poco o nada más.
No obstante, la cinta ha recibido premios a la mejor película en un par de festivales. ¿Cómo puede ser posible esto? Fácil. Los dos festivales se celebraban en Turquía (Estambul y Adana). Y los dos premios eran a la mejor película en el apartado de competición nacional.
Un auténtico tostón, vamos. Dura sólo ochenta y siete minutos, y gracias.

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